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Incorpora propulsión eléctrica a cualquier vehículo

Basado en tecnologías conocidas, como la del gas natural comprimido, el desarrollo está a cargo de un emprendedor de Bahía 

El dulce de leche, la birome, el colectivo y, ahora también, un kit para convertir automóviles convencionales en eléctricos. La lista de inventos argentinos se amplió gracias a Leonardo Valente, quien invirtió su beca en una entidad universitaria de la National Aeronautics and Space Administration (NASA), en Silicon Valley (Estados Unidos), para desarrollar una innovación única a nivel mundial.
Nacido en Bahía Blanca, donde dirige la consultora de recursos humanos especializados ITalentos, Valente ganó el concurso “ImpacTec”, organizado el año pasado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y la ONG SociaLab. Su galardonado proyecto “SocialPOS” ofrecía, según sus palabras, “una solución tecnológica y financiera para que comercios barriales puedan operar con tarjetas sociales, lo que maximiza el impacto de los subsidios sobre las comunidades que los reciben”.
A partir de este logro, el bahiense fue becado por la Singularity University, un campus para innovadores que financia la NASA. “Allí surgió la idea de diseñar un kit para incorporar propulsión eléctrica a cualquier vehículo convencional de motor diesel, naftero o a gas. Para ello, tomé elementos de la cultura de conversión que llevan décadas de implementación en países emergentes, como es el caso del gas natural comprimido (GNC)”, explica.
El kit implica la instalación de motores eléctricos en las ruedas traseras de vehículos de tracción delantera, además de sus controladores específicos, un medio de almacenamiento y un dispositivo de conexión con la computadora del auto, lo que permite una vinculación transparente con el motor de combustión interna. “De este modo, es posible alcanzar ahorros de un 30% o más en el ciclo urbano, y una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono (CO₂)”, precisa el emprendedor.

Negocio promisorio

Junto con sus socios Javier Rincón y Christian Enríquez, actualmente Valente se encuentra testeando prototipos más avanzados que el diseñado en Singularity, los cuales incluyen controladores de motor de diseño propio y la capacidad de compartir el vehículo en un esquema semipúblico. “Cada conversión experimental cuesta entre u$s 7.000 y 8.000, pero la intención es que –una vez lanzado al mercado– el kit tenga un costo de entre u$s 1.500 y u$s 2.000”, puntualiza.
El lanzamiento comercial de la iniciativa demandará una inversión superior a los u$s 5 millones. “Estamos buscando financiamiento en el exterior por esa cifra. De cara al futuro, el negocio luce promisorio. Proyectamos un mercado global de –al menos– 200 millones de conversiones, con una utilidad promedio de entre u$s 100 y u$s 200”, anticipa.
A su criterio, no es casual que el invento haya florecido en la peculiar Singularity University. “En el campus, el aprendizaje se lleva a cabo de un modo multidimensional. No sólo se aprende de los profesores, sino que también influyen los compañeros, el entorno, la ausencia de límites a la hora de desarrollar ideas, la combinación de culturas y la continua presencia de algunas de las mentes más brillantes del planeta”, asegura.

Impacto social y ambiental

La propulsión eléctrica en automóviles es promovida por otro emprendedor argentino que triunfa en el extranjero. Muy lejos de su Mendoza natal, Jorge Mazzolo vive en la ciudad de Shenzhen, dentro de la provincia de Guangdong, una de las regiones más activas para la economía china. Allí dirige el proyecto de homologación europea del NG, el primer automóvil eléctrico hecho en el gigante asiático que se vende en el Viejo Continente.
“Los autos eléctricos ayudarán a limpiar nuestras huellas de carbono. Sabemos que necesitamos proteger el planeta y una forma de hacerlo es a través de su uso. Por eso su primer impacto será social: implicará saber que gracias a ellos estaremos colaborando con nuestros pares y con las generaciones futuras”, expresó.
Un segundo impacto, añadió, será ambiental, ya que su generalización representará una real disminución en las emisiones de gases tóxicos que absorbemos día a día. “También significará una simplificación en la fabricación motriz. De hecho, estos vehículos poseen motores eléctricos que son mucho más simples que los convencionales a combustión, ya que no tienen bujías, ni pistones, ni levas. Además, su mantenimiento no requiere aceites especiales ni otros cuidados intensivos”, completó.

De punta a punta

El potencial de los vehículos eléctricos fue exitosamente puesto a prueba por un grupo de universitarios del Colegio Imperial de Londres hace dos años. A bordo del SRZero, 11 estudiantes de diferentes nacionalidades (ingleses, alemanes y holandeses) transformaron un descapotable naftero en un modelo capaz de consumir electricidad y brindar más de 400 caballos de fuerza hasta alcanzar los 200 kilómetros (km) por hora para atravesar el continente americano de punta a punta, desde Alaska hasta Ushuaia.
Partieron desde la gélida Fairbanks rumbo a la ciudad más austral del mundo. A través de la Ruta Panamericana, recorrieron unos 26.000 km en 80 días (a un promedio de 290 km diarios). Pasaron por 14 países y se detuvieron en urbes como Vancouver (Canadá); San Francisco, Las Vegas y Austin (Estados Unidos); México DF (México); Bogotá (Colombia); Quito (Ecuador); Lima (Perú); Santiago (Chile) y Bariloche (Argentina), entre otras.
Patrocinados por KPMG, los jóvenes sortearon diversas dificultades vinculadas con el calor del desierto, las bajas temperaturas de ciertas áreas, fuertes tormentas tropicales y numerosos problemas técnicos. “Estamos sumamente orgullosos por haber cumplido con el recorrido previsto sin emitir una sola ráfaga de CO₂”, resaltó Toby Schulz, uno de los pilotos.

 

Fuente: http://revistapetroquimica.com/