En los últimos 20 años más 700.000 mil hectáreas fueron incendiadas por la pedagogía ecocida del cordobesismo. Una pedagogía necrófila. Una pedagogía que desde hace décadas viene imponiendo un modo de vinculación con la madre sierra, con el monte nativo. Un modo ecocida de vinculación con las sierras. Por Sandra Lario y Gabriel Correa* para Enfant Terrible.

Esta pedagogía del cordobesismo tiene sus raíces y están en el proceso de colonización de este territorio que hoy se nombra hegemónicamente como Córdoba. Y va, desde el despojo y terricidio en contra de las comunidades que habitaban y habitan las sierras, hasta el desmonte y la construcción de un paisaje cordobés que es vendido turísticamente desde
una lógica neocolonial.
La destrucción de las sierras es quizás la muestra más clara de la matriz colonial del cordobesismo desde su llegada al gobierno hace más de 20 años. Lo hacen de modo falocéntrico y despampanante, a tal punto que hicieron un faro en pleno centro de la capital cordobesa. También construyen megaobras siempre en dirección a favorecer a algunos
sectores, rutas, trazando caminos que refuerzan el control y fragmentan territorios, levantan monumentos, y refuncionalizan con fines comerciales los espacios de memoria, como la Cárcel del Buen Pastor. Pretenden imponer a través de una pedagogía de la imagen, sus
modos de transmitir “la historia oficial”. Así intentan devastan el poco monte que nos queda, las memorias y gran parte de nuestra madre sierra.

A esto se suma otra dimensión importante de esta pedagogía de muerte. Y, como decía Freire: No hay docentes, sin discentes, aludiendo a la inexorable necesidad de les estudiantes en los procesos educativos. Pero para la pedagogía ecocida del cordobesismo, bancaria por excelencia, sus discentes -la comunidad- son objetos a merced del negocio inmobiliario y el agronegocio. Estos docentes del ecocidio expresan a través de sus grandes cómplices, los medios masivos, monólogos que intentan sellar la derrota y la resignación.

En plena pandemia, con una crisis socioambiental que nos desborda, vienen actuando en complicidad con los intereses que nos queman la provincia. Un ejemplo de ello son las audiencias públicas virtuales, que pulverizan el derecho a la participación, son inconstitucionales y le dejan la vía libre a los proyectos extractivistas.
Esta pedagogía ha calado profundamente en los territorios y en nuestra vida cotidiana a tal punto que nos cuesta reconocer cuáles son nuestras plantas, árboles, pájaros y animales nativos e ignoramos sus usos medicinales y nutricionales. La neocolonización que ha profundizado el cordobesismo con su pedagogía nos ha impuesto una renovada idea de
progreso, y se basa en una lógica competitiva y meritocrática. Esta pedagogía ofrece lugares para todxs. Mientras el sojero disfruta de la rentabilidad del negocio, para su peón está el agrotóxico que lo condena a vivir enfermo. Al que vive en su barrio cerrado le ofrecen seguridad y para lxs pibxs escuelas públicas, el narcotráfico o hacerse policía. Algunxs logran ser trabajadores precarizadxs de la salud o de la educación y hasta parece ser un privilegio ser un trabajadxr precarizadx en Córdoba. Así también, esta pedagogía te propone un recreo paseando por las megaobras como el Puente De La Sota o tomando unos mates al lado de lagos y ríos contaminados
La pedagogía del cordobesismo es una pedagogía de las más “integrales”: No te deja respirar, ni comer, ni beber, ni vivir, ni soñar, ni entrar a tu casa -como lxs vecinxs de Casa Bamba-, salvo que estés del lado de los privilegiados. Pedagogía sin educadorxs, pedagogía del horror y la fatalidad que le echa la culpa al clima cuando hay incendios.
Quienes no nos resignamos, como dice la canción de La Cruza en memoria de la maestra Marta Juana González, apostamos por la lucha, la tiza y el sueño.

*Por Sandra Lario y Gabriel Correa, del Colectivo de Educadorxs desde el Sur.

Fuente: https://enfant-terrible.info